28 de diciembre de 2013

Nos encanta Inglaterra: sobre tradiciones en el juego e ideas innovadoras

La etiqueta de 'juego directo y duro' va de la mano con el british football. Siempre se ha asociado la idea de un juego marrullero y de balón largo a la cultura futbolística anglosajona. Si bien la llegada de técnicos foráneos -léase Wenger o Roberto Martínez- ha implantado otros estilos de juego, la mentalidad del supporter es difícil de moldear. Como si de una necesidad se tratase, la grada ruge pidiendo un balón en largo cuando su equipo se atasca. Este pensamiento se sigue implementando en las categorías inferiores de los distintos equipos del país, de modo que las generaciones venideras traerán consigo esa semilla de premura a la hora de cruzar la divisoria del terreno de juego.

¿Es malo el juego directo?

Si alguien piensa que el juego directo es obra de mentes anti-fútbol y de dinámica perdedora, está muy equivocado. Algunos entrenadores han construido grandes equipos con el pelotazo como base reconocible. El caso más reciente es el Stoke City de Tony Pulis (su segunda etapa, comprendida entre 2006 y 2013), equipo caracterizado siempre por la figura de un '9' alto -Ricardo Fuller, Dave Kitson, Kenwyne Jones, Peter Crouch...- encargado de fijar centrales, peinar balones y aguantar el esférico de espalda. Durante esta etapa se hizo famoso Rory Delap, fichado del Sunderland por petición expresa de Pulis al comprobar su potencia sacando de banda. Otro 'capricho' del preparador de Gales fue el guardameta Asmir Begovic, cuya capacidad para sacar en largo sorprendió a Artur Boruc esta misma temporada.

Rory Delap fue una de las caras más mediáticas del Stoke City las últimas temporadas.
Tony Pulis ahora entrena al Crystal Palace, con una notable mejoría de resultados en comparación a los de su predecesor, Ian Holloway. En su etapa en Stoke-on-Trent devolvió al equipo a la Premier League y nunca acabó la temporada por debajo del 14º puesto, además de llegar a la final de la FA Cup en la temporada 2010/11.  Mark Hughes llegó este verano al Britannia Stadium prometiendo un estilo de juego más vistoso tras las temporadas correspondientes a la era Pulis. Pese a la leve mejoría mostrada, el equipo sigue jugando a lo mismo. Y sigue funcionando.

La regresión de un estilo.

En el otro bando, el de un juego más asociativo, con la pelota pegada al piso, no podemos obviar la figura de Roberto Martínez. Bob aterrizó en Inglaterra en 1995 para jugar en el Wigan y acabó retirándose en las filas del Swansea en 2007, donde actuó como jugador-entrenador. Extremadamente prolíficos y significativos son sus pasos por las ciudades citadas, sucesos necesarios para entender su mentalidad y éxito a posteriori como entrenador. Dentro del terreno de juego ya era distinto, con una gran lectura del partido y un juego más pausado. Una rara avis en la corriente futbolística de Reino Unido.

En 2008 consiguió ganar su primer título como entrenador: la Football League One con los Swans. Un año después daría el salto a Wigan, donde consiguió salvar durante tres temporadas consecutivas a un equipo a la sombra de los Wigan Warriors de rugby (el conjunto más laureado de Europa y que cuenta con el mayor apoyo social en la zona) y coronarse campeón de la FA Cup 2012/13. Él mismo ha reconocido varias veces que 'a los aficionados les ponía nerviosos el estilo que trataba de implantar y que reclamaban al equipo jugar en largo'. Los automatismos que implantó Roberto Martínez le llevaron a fichar por el Everton en verano. Los toffees están peleando por los cuatro primeros puestos desplegando un juego brillante.

Roberto Martínez con Dave Whelan, dueño del Wigan y su principal valedor, tras ganar la FA Cup.
Owen Coyle llegó para ocupar la vacante dejada por el técnico español en el banquillo del DW Stadium. El fichaje de Grant Holt, la lesión de Shawn Maloney, la venta de James McCarthy al Everton (¡oh vaya, Bob, no me lo esperaba!) y la tradición inglesa que corre por las venas del señor Coyle, empujaron al equipo a un cambio radical en su estilo respecto al practicado durante los últimos años: balones largos y dependencia de la segunda jugada, cediendo la posesión del balón al rival. De esta regresión en el planteamiento solo se ha beneficiado Nick Powell, cedido por el Manchester United y que ya lleva 8 tantos esta temporada, basando su juego en entradas desde segunda línea. Owen Coyle lleva sin equipo desde el 2 de diciembre y el Wigan, bajo la batuta de Uwe Rösler, ocupa la 13ª posición en la Championship. Si el estilo funciona, mejor no variarlo.

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